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Eliminatorias 2026

¡Desastre en el Nacional! La Roja cae vergonzosamente 1-2 ante Bolivia

¿Cómo se puede explicar lo sucedido en Ñuñoa, una tarde de septiembre en el 2024? Un papelón. Un partido nefasto. Una actuación para el olvido. Un esperpento. Cualquier calificativo entra para definir uno de los partidos más horribles de la selección chilena en la era moderna. Perder como local ante Bolivia (1-2), por las Eliminatorias al Mundial, es un golpe bajo y extremadamente fuerte.

La Selección sabía que no tenía margen. Había que ganar y, en lo posible, de manera holgada por la diferencia de goles. Además de la excursión poco fructífera por Buenos Aires, estaba el peso de redimirse ante el peor arranque histórico en Clasificatorias y una racha de siete partidos oficiales sin anotar. A priori, enfrentar a la Verde, uno de los elencos más débiles del continente, era la oportunidad ideal para volver a ganar y reinsertarse en la pelea (la última victoria boliviana como visitante, en Eliminatorias, sucedió hace 31 años, hasta hoy).

Ante la necesidad de una victoria, Ricardo Gareca cedió a sus principios. Se decidió a cambiar el esquema (4-1-3-2), con dos en ataque, movimientos en el mediocampo y defender casi mano a mano, soltando a los laterales. La apuesta no resultó. Rememorando épocas oscuras, como aquella fatídica ruta hacia Corea-Japón 2002, el primer tiempo de la Selección fue sencillamente espantoso. Ni siquiera el afortunado empate de Eduardo Vargas cambió la brújula de un equipo que exhibió una peligrosa falta de actitud. Como que no se hizo patente el axioma: no había margen de error.

Apenas arrancó el duelo, se vio la propuesta pragmática de Bolivia, haciendo tiempo desde el comienzo. Chile se posicionó arriba, con el control de la pelota, siendo Carlos Palacios el enlace (el encargado, en el papel, de generar los nexos ofensivos). El punto es que ese posicionamiento en campo rival no significaba ser profundo ni hacer figura a Carlos Lampe.

La primera estocada boliviana sucedió en los 13 minutos, con el gol de Carmelo Algarañaz, definiendo tras el pase de Roberto Fernández. Una de las claves del juego fue que la visita aprovechó la espalda de Mauricio Isla. Así llegaron los goles. Con esto, los nervios fueron carcomiendo al equipo nacional. Una especie de bloqueo, en las piernas y en la cabeza.

Gareca, desnudando que el dibujo no convencía, reordenó las piezas: Dávila, más cerca de Pulgar, y Brereton, abierto por la izquierda. El control del balón se volvía insulso, sin sustancia. Y tampoco remataba desde afuera, ante el alto tráfico de jugadores por el medio de la cancha. En los 32′, Eduardo Vargas recibe un pase, se acomoda y termina en el suelo. No remata. Eso era Chile.

Ben, el sacrificado

La cara de Ben Brereton era elocuente. Fue el sacrificado ante la falta de fútbol de una selección chilena absolutamente extraviada. El DT metió a Vicente Pizarro por el chileno-inglés, para volver al 4-2-3-1 tradicional. A la Roja no le sobran los jugadores que militan en las grandes competencias. Por eso, resulta inentendible que el cambio fuese el delantero del Southampton y no Darío Osorio, quien tuvo una bajísima presentación. Estaba llamado a resaltar y se escondió.

El 1-1 de Vargas llegó por algo fortuito. Lampe se traba en la cancha y le deja en bandeja el balón al delantero chileno, quien solo debe avanzar unos pasos y definir con la portería a disposición. Después de siete partidos, la Selección convertía en un juego oficial. De la forma más insólita, la Roja volvió al partido. Eso parecía. Bolivia alegó por el fair play. El golero salió gravemente lesionado.

Otra muestra de la escasez de jerarquía dice relación con que la visita retomó la ventaja casi al instante. Apenas duró el 1-1. Miguel Terceros convirtió el segundo, repitiendo la dosis: Fernández avanza con libertad por su franja (a la espalda de Isla) y cede atrás. A punta de contragolpes, Bolivia liquidaba a una Roja demasiado frágil. Sin alma.

¿Qué se podía esperar en el complemento? La remontada no llegó. A la falta de carácter, se sumó la nula rebeldía ante la adversidad. Todo era muy tibio. Vargas, el regalón de Gareca, seguía en la cancha, mientras que el cuerpo técnico mandó a Jean Meneses y Gonzalo Tapia, como revulsivo, en lugar de Dávila y Osorio, que no aparecieron. El ojo del Tigre ni se asomó. Muy mala lectura del partido. Todo lo contrario con Óscar Villegas.

Un atisbo de ilusión, para empatar, llegó en los 82′ por la sanción de un penal por una supuesta mano de Medina. Sin embargo, el árbitro Juan Benítez recurre al VAR y anula la acción. En efecto, el balón le dio en la cara al zaguero. Fue de esos típicos partidos en los que nada sale. Nada de nada.

De la ilusión a la desazón. Si bien desde las matemáticas hay chances, la cara deslavada del fútbol criollo no invita a ser muy optimista. Sin fútbol, sin actitud, sin corazón, solo queda encomendarse a alguna deidad. No hay más.

Ficha de partido

Chile 1: G. Arias; M. Isla, M. Catalán, P. Díaz, G. Suazo; E. Pulgar; D. Osorio (60′, G. Tapia), C. Palacios, V. Dávila (60′, J. Meneses); E. Vargas y B. Brereton (34′, V. Pizarro). DT: R. Gareca.

Bolivia 2: C. Lampe (45′, G. Viscarra); D. Medina, L. Haquín, M. Suárez, J. Sagredo; M. Terceros (68′, Y. Rocha), R. Matheus (90′+3′, V. Cuellar), E. Vaca, G. Villamil, R. Fernández; y C. Algarañaz. DT: O. Villegas.

Goles: 0-1, 13′, Algarañaz, define solo tras pase de Fernández; 1-1, 39′, Vargas, aprovecha la caída de Lampe y anota; 1-2, 45′+1′, Terceros, remata tras centro atrás de Fernández.

Árbitro: J. Benítez (PAR). Amonestó a Díaz, Pulgar, Catalán, Suazo (CHI); Matheus, Suárez, Fernández (BOL).

Estadio Nacional. Asistieron 23 mil personas, aprox.

Fuente: La Tercera

@EstudioEstadio

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