Colo Colo
Ilusión en Colo Colo: Los secretos de Almirón para meterse como DT en dos finales de Copa Libertadores
De manera abrupta. Sin pausas. Así comenzó la carrera de Jorge Almirón como entrenador. Un día durmió como jugador de Dorados de Sinaloa, en el ascenso mexicano, y al siguiente ya era el DT del elenco de Culiacán, en el ya lejano 2008. Desde entonces, el actual adiestrador de Colo Colo, ha hecho una carrera con más luces que sombras. Un fanático del juego ofensivo que ha tenido que mutar para adaptarse a los requerimientos de los partidos. También de sus jugadores.
No por nada es uno de los cuatro técnicos argentinos que logró llegar a al menos dos finales de Copa Libertadores con dos equipos diferentes: Lanús en 2017 y Boca Juniors el año pasado, aunque en ambas cayó en la definición en el título. Más allá de las derrotas, en el Cacique tomaron nota de su capacidad de poder destacar a nivel internacional pensando en reeditar los éxitos del pasado.
Tras irregulares pasos por equipos de la segunda categoría azteca, el Gendarme firmó por Defensa y Justicia de Argentina. En 2013 abandonó el Halcón de Varela para fichar en Tijuana de México. Godoy Cruz (2014) e Independiente (2015) completaron su primer ciclo como DT.
El éxito en Lanús
En enero de 2016 tomó al club que realmente lo lanzó a la fama: Lanús. Con el Granate realizó una campaña increíble que le permitió ganar los únicos tres títulos que tiene como adiestrador: la primera división transandina, la Copa Bicentenario y la Supercopa locales; además de la final de la Copa 2017, cuando cayó con Gremio de Porto Alegre.
En una reciente entrevista con el youtuber argentino Ezzequiel el adiestrador argentino reconoció que el triunfo que más disfrutó: “El 4-0 de Lanús contra San Lorenzo de Almagro en cancha de River, en la final del torneo”.
Con el equipo del sur de Buenos Aires, el actual técnico de los albos consiguió tres títulos en poco más de ocho meses. Sin lugar a dudas, su paso más significativo como entrenador, ya que nunca terminó de consolidarse en un equipo de mayor categoría, a pesar de que dirigió en tres de los cuadros más grandes de su país.
“En su primer paso en Lanús se encontró con un grupo ya básicamente armado por los mellizos Barros Schelotto. Lo que hizo fue traer un par de refuerzos. Finalmente, ese equipo caminó solo. Lentamente fue modificando los modelos de juego y tuvo la particularidad de que los resultados lo ayudaron”, confirma el periodista Matías Machiavello, quien cubrió toda esa campaña.
Un Almirón diferente, con un esquema de 4-3-3 bien definido, muy rápido por las bandas y una predilección para salir jugando corto, una de las principales características de ese cuadro granate.
“Siempre ocupó el mismo sistema táctico, siempre con salida por abajo. Lo ocupaba en cualquier en circunstancia, si tenía que jugar en Bolivia con The Strongest o como cuando tiene que hacer cuatro goles a River en la semifinal de la Copa. Prácticamente no ensayaba cuestiones defensivas, su gran característica era la posesión de la pelota. Buscaba siempre el desequilibrio en el uno contra uno. Sin prestarle atención al rival”, recuerda Leandro Contento, periodista del diario Olé de Argentina.
Machiavello agrega que “ese Lanús era un cuadro lindo estéticamente, que corría muchos riesgos. Le gustaba salir jugando siempre de abajo, con la presencia de un volante central con mucho juego desde el fondo”.
Respecto de sus entrenamientos, Daniel “Rolfi” Montenegro, a quien dirigió en Independiente, recuerda una metología exigente. “Sus entrenamientos son muy duros, más que nada por la intensidad que quiere tener en los equipos. Se trabaja de manera muy física. Tiene una forma de jugar con mucha presión, sus equipos tienen un carácter muy dinámico. Almirón espera que sus escuadras tienen que estar en campo contrario, le gusta presionar también, muy alto si es posible”.
A pesar de sus creencias tácticas, Almirón es un adiestrador que sabe cuáles son las piezas con la que cuenta en el plantel, así como sus virtudes esenciales. Así tampoco tiene remordimientos al momento de hacer cambios radicales.
“Al paraguayo Miguel Almirón, que hoy juega en Newcastle United, lo tuvo en el banco hasta la fecha seis. Ingresó contra Racing en el segundo tiempo y fue la figura del equipo, no suelta más la titularidad y en el último tramo es un jugador vital. Por otro lado, Pablo Mouche lo tuvo como titular todo el torneo y en la final decidió sacarlo. Es un tipo de fuertes convicciones puertas adentro, el jugador lo toma o lo deja”, dice Machiavello.
En vísperas de la final de la Libertadores de 2017, el técnico de Gremio Renato Gaúcho mandó un espía a mirar la práctica de su equipo con un drone para intentar sacar una ventaja en la definición. Almirón le restó importancia a la acción. “Da lo mismo, nosotros jugamos siempre de la misma manera. Nosotros no tenemos drones, así que no los podemos utilizar para espiar a nadie. Y si digo que nosotros no utilizamos los drones es porque no solamente uno usa las armas que quiere, sino las que tiene”, declaró.
Problemas con históricos
Tras ese exitoso paso por Lanús, el DT llegó a Atlético Nacional de Colombia, donde estuvo solo ocho meses. San Lorenzo de Argentina, Al Shabab de Arabia Saudita y Elche de España fueron sus siguientes destinos. Este último cuadro lo dejó en febrero de 2021.
Casi un año después de eso regresó a la institución que le dio sus únicos títulos como adiestrador. Pero la segunda parte fue muy diferente. Tanto que todo el crédito que ganó con los hinchas en la primera instancia, lo perdió por los malos resultados y, sobre todo, por sus grandes diferencias con el camarín.
“Le fue muy mal, pero más que por el juego fue por el trato con los ídolos. José Sand se cansó de hacer goles, incluso en su primer ciclo. Sabiendo lo que representaba para la gente y los compañeros, le da muy pocos minutos. Terminó no en peleas, pero el clima no era el mismo, más allá de que Sand conociera sus limitaciones físicas, no tenía los minutos de juego, entonces la relación se empezó a resquebrajar”, dice un miembro de ese plantel que prefiere el anonimato.
Una situación parecida ocurrió con Diego Váleri, quien regresó al club de sus amores como una estrella de la MLS para retirarse en el sur de Buenos Aires. Almirón lo ocupó solo en 13 encuentros en todas las competiciones, la mayoría de ellos como suplente, y se retiró del fútbol. Una situación que los hinchas no perdonaron.
“Falló el manejo y la comunicación con los referentes, no hubo timing. Aparte, Almirón no es muy fanático de poner a los juveniles. En su primer paso por el club solo hizo debutar a cuatro jugadores, muy poco para un club que es uno de los grandes formadores de Argentina. Es muy celoso de los jugadores que no lleva, Váleri llegó por la dirigencia. Muere con sus hombres, esa es la realidad”, dicen en el club granate.
Cambio de chip en Boca
En abril del año pasado toma los destinos de Boca Juniors, equipo al que llevó a la final de la Copa Libertadores que perdió con Fluminense en el Maracaná. Sin embargo, su forma de jugar ya no era ese estilo agresivo que le dio mayor éxito en el Granate. “En Boca ya no había tanta presión alta en el planteamiento. El arquero no participaba tanto en la salida, porque siempre elegía porteros con otras características, de muy buen pie, que jugaran más adelantados, casi como un líbero. Era un cuadro diferente al que yo vi en Independiente. Salía mucho a esperar a los rivales”, advierte el Rolfi
“Entre 2018 y 2023 no le va bien. Cuando llega Boca se ve diferente, había aprendido de la situación que afrontaba. Por ejemplo, utilizaba un doble lateral para disputar el balón. En la derecha usaba a Luis Advíncula y Marcelo Weigandt, mientras que en la izquierda lo hacía con Frank Fabra y Valentín Barco. Ya no era ambicioso como en Lanús”, agrega un cercano al técnico.
Los resultados le dieron la razón. El cuadro xeneize avanzó las tres rondas sucesivas con solo empates, ante Nacional en octavos, Racing en cuartos y Palmeiras en semifinales. En todas, el héroe fue el arquero Sergio Romero, quien fue clave para quedarse con todas las definiciones por penales. Ya no era el equipo propositivo de Lanús, sino que un Boca resultadista, más preocupado de defender que de atacar.
“Con mucho respeto, es raro que un DT que dirija Boca se vaya después se vaya a Colo Colo. Almirón no puede estar sin dirigir, necesita reinventarse o empezar de cero, dar un paso atrás para después dar dos adelante. Si hubiera tenido una oferta de un grande de Brasil, por ejemplo, la hubiera aceptado. Se desgastó mucho en su año en Boca. Seguramente, se fue a una liga menor que la argentina, con un equipo que juega Libertadores. En Colo Colo no tendrá la presión de Boca”, dice Leandro Contento.
Cercanos al trabajo del DT aseguran a El Deportivo que la gran obsesión de Almirón está en la Copa Libertadores. Tanto así que no tiene complejos en dejar de lado la competición local y poner todas sus fichas en el torneo internacional. “Cuando tiene una copa como esa adelante se despreocupa del torneo local. En Lanús hizo una gran campaña en la Libertadores y el equipo quedó al borde del descenso en el promedio. En Boca pasó algo parecido, ya que el equipo ni siquiera llegó a la Copa este año, solo a la Sudamericana. Es un fanático de la Libertadores, no existe otro torneo. Si jugaba la Copa, el campeonato local lo afrontaba solo con suplentes. Incluso, él entrenaba con los titulares y sus ayudantes se encargaban del equipo local. Hasta el arquero cambiaba”, afirman en Argentina.
Original de La Tercera