Jugando en casa y ante un rival directo, no había una doble lectura: Chile tenía que ganar. Y defraudó. Era como una final, tanto para el cuadro nacional como para Eduardo Berizzo, porque su posición al frente del combinado podía afirmarse o tambalear según el resultado y el funcionamiento. Fue un empate catastrófico, doloroso, espantoso. Un miserable 0-0 ante Paraguay.
Más allá de la obtención de la medalla de plata en los Juegos Panamericanos, el Toto se presentó a un examen complejo, ante una Albirroja igualmente necesitada, añadiendo el ingrediente del escepticismo del hincha por el devenir del equipo. Es un dato de la causa decir que el estadio Monumental nuevamente no se llenó, pese a las promociones de la ANFP. Lamentablemente, ese gran ambiente de Clasificatorias pasadas no se ha visto en la actual (por una serie de factores).
El entrenador le dio la camiseta de titular a Damián Pizarro, el mayor prospecto de la cantera de Colo Colo. Fue su debut absoluto en la selección adulta con 18 años, lo que ya le hace acreedor de una marca: es el futbolista de menor edad en estrenarse por Eliminatorias con la Roja. Por primera vez en esta competencia, Chile salió con un centrodelantero “real”, toda vez que Alexis Sánchez venía ocupando ese espacio en la cancha. En el papel, Berizzo le añadió una pizca de audacia a su estrategia, juntando a Dávila, Alexis, Brereton y Pizarro. Eso sí, una cosa es la papeleta y otra es lo que se ve en el partido. Fue una audacia de papel. De mentira.
Como le ha sucedido en anteriores presentaciones, a la selección chilena le costó entrar en sintonía ante una Paraguay que salió a quitarle la pelota al local. Con once en la cancha, el cuadro de Daniel Garnero (en su tercer partido al mando de los guaraníes) no dispuso un planteo netamente defensivo, de sólo cortarle los circuitos a Chile. Por razones obvias, con 10 el libreto fue distinto.
Cuando Paraguay adelantaba las líneas, Chile fue más compacto. En la generación de fútbol, Sánchez era el encargado de distribuir, aunque retrocedía más de la cuenta para intervenir. Mientras Rodrigo Echeverría era el volante “rompedor”, Erick Pulgar tenía una labor más posicional. La primera polémica de la noche sucedió en los 16′, con un posible penal a Pizarro, que el árbitro argentino Rapallini no revisó en el VAR pese al contacto.
Fuente: La Tercera
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