Falleció Jorge Vergara, parte de la lista de los dirigentes que no generaron indiferencia en su paso por el fútbol chileno. En su caso, no cabían consideraciones intermedias. Al Guatón se le amaba o se le odiaba. De hecho, en varias oportunidades se le vio más disfrutar de la segunda posición. Se asumía como un personaje controvertido y polémico y también tenía claro lo que se decía de él. Se declaró públicamente como un enemigo de la irrupción de las sociedades anónimas en el balompié nacional y, antes, refutó con firmeza los argumentos que llevaron a declarar la quiebra de Colo Colo, después de la gestión directiva de la que fue parte. En las últimas semanas, su salud había empeorado considerablemente.
El ex oficial del Ejército también enfrentó los cuestionamientos que lo cruzaron, precisamente en el momento más duro de la existencia institucional alba. Por esos días, fue apuntado directamente por la quiebra del club e incluso pasó una noche detenido bajo la presunción de evasión de impuestos. Cada vez que era recurrido acerca de la bancarrota del equipo popular decía lo mismo. “Me fui en 1998″, enfatizaba. No recordaba, eso sí, que se desempeñó en varias ocasiones posteriores bajo una figura que por esos días resultaba peculiar: la de asesor externo.
El brazo armado
Vergara fue parte clave del grupo directivo que Colo Colo recuerda como Los Tres Mosqueteros. Los otros dos fueron Peter Dragicevic y Eduardo Menichetti. Juntos lograron terminar e inaugurar el estadio Monumental, además de cuatro títulos de Primera División (1986, 1989, 1990 y 1991). Profundas diferencias posteriores disolvieron el trío. Se le asigna, además, un rol clave en los principales proyectos que realizó el club albo en materia de formación: los programas Ruta al Éxito y Juventud 2000. El primero, de hecho, marcó el primer acercamiento entre Mirko Jozic y Colo Colo. Se produjo después de que guiara a Yugoslavia al título mundial juvenil de 1987, cuatro años antes de la consagración continental del Cacique.
Sin embargo, hay un hito que inmortaliza su figura en la historia alba: la consecución de la Copa Libertadores de América, en 1991. Ahí, Vergara siempre reclamó reconocimiento para un rol que considera fundamental para el logro.
Por esos días, el trofeo parecía vedado para los equipos del Pacífico. El maleficio lo había roto Atlético Nacional, de Colombia, apenas dos años antes. Sin embargo, persistían los temores respecto de una estructura destinada a favorecer a los equipos del Atlántico. Los albos tenían razones fundadas para avalar esa creencia: nunca olvidaron ni menos perdonaron el despojo del que habían sido víctimas en 1973, que terminó favoreciendo a Independiente, de Argentina.
Vergara, convencido de que el Cacique contaba para esa temporada con un equipo capaz de darle cara a los principales equipos del continente, procuró dar la otra parte de la batalla. Así, en línea con su formación militar, no vaciló en autodefinirse como ‘el brazo armado’ de la dirigencia alba. Los roles más políticos y protocolares recaerían, primero en Dragicevic y luego en Menichetti.
La jugada
En varias conversaciones con El Deportivo, el Guatón enfatizó lo que consideró como su aporte clave para que esa participación alba en el principal torneo de clubes del continente terminara con el mayor, y desconocido, éxito. En definitiva, para que se rompiera una larga historia de decepciones. Decía, por ejemplo, que en los sorteos era implacable en la búsqueda de transparencia y que en la designación de los árbitros tampoco vacilaba a la hora de objetar algo que no le gustara. De una u otra forma, se había posicionado como un personaje al que en Paraguay respetaban. “Básicamente, porque era hinchapelotas”, confesó en más de una oportunidad.
En ese marco se encuadra el hito al que Vergara siempre le asignaba una importancia vital: el control de dopaje. “Ahí Colo Colo ganó la Copa Libertadores”, solía resaltar. “Me preocupé personalmente de que en todos los partidos decisivos que jugara Colo Colo hubiera control”, explicaba en cuanta conversación le fuera posible. “Antes de enfrentar a Boca fui a Argentina a conversar con dirigentes de River Plate, de Independiente, de San Lorenzo. Aprendí mañas imperceptibles, recolecté información y sabía lo que nos iba a pasar”, reforzó hace tres años, a Redgol.
Respecto de esa serie inolvidable frente a los xeneizes, Vergara siempre se jactó de una acción de último minuto: pidió el mentado control a poco del inicio del partido en La Bombonera. Y, por cierto, le atribuye una relevancia clave, pues, en su versión, Boca tuvo que modificar su escuadra. “Claro que tuvo que ver, porque ellos pasaron la lista de remedios y toda la cuestión. Yo no he dicho que hubo doping, pero fue una avivada, porque el examen se pedía un día antes y yo lo solicité justo antes del partido”, dijo en la misma ocasión, en una de sus últimas referencias al tema.
Original de La Tercera
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