El objetivo de Colo Colo instalarse en los octavos de final de la Copa Sudamericana se esfumó de golpe en Belo Horizonte. Tal fue el desastre del primer tiempo, que ni siquiera para ilusión alcanzó. En diez minutos ya perdía 0-1 y cuando el reloj no llegaba a la media hora, el partido ya era goleada. No funcionó el experimento de Quinteros ni sirvió la ventaja de 2-1 cosechada en Santiago. Los albos terminaron cayendo por 5-1 ante América Mineiro en un cotejo que mostró la peor imagen de los blancos.
La primera situación que sirve para entender el desastre de Brasil fue la idea de Gustavo Quinteros de probar una línea de cinco defensas (Opazo, Saldivia, Falcón, Wiemberg y Bouzat) para contener los ataques brasileños y dejar a solo dos delanteros (Pizarro y Palacios) en ataque. Un posicionamiento que probó en el segundo tiempo contra O’Higgins el fin de semana (Rojas jugó en vez de Opazo) y que incluso ese día en el Monumental tampoco dio la mejor versión del equipo.
Pero si ante los rancagüinos se mostraron un poco complicados con la formación, ante los brasileños fue una pesadilla. Los laterales perdieron constantemente las marcas cuando se jugaba por fuera y los centrales nunca pudieron controlar a los delanteros que buscaban desmarcarse dentro del área. Así llegó el gol de Matheusinho (10′), quien de imprevisto dejó en jaque a los colocolinos.
El gol dejó aún más dormido al campeón del fútbol chileno. Sin profundidad y con muchas dudas atrás, fue cuestión de tiempo para que la desventaja se incrementara. Algo que se concretó en el 22′. Un error en la salida de Bouzat dejó a la retaguardia mal parada y Mastriani convirtió. Cuatro minutos después otro centro desde la banda castigó a la defensa alba, transformando en goleada el cotejo.
Tal fue el desastre, que a los 34 minutos Quinteros tuvo que deshacer su apuesta. Subió a Bouzat y volvió a instalar la línea de cuatro, esa formación que él mismo ha dicho que le costó instalar largas fechas. Por eso hace tanto ruido en que este contexto haya apostado por cambiar el esquema.
En el entretiempo ingresó Jordhy Thompson para tener más variantes en ataque, pero si bien la imagen del equipo mejoró en la segunda parte, el resultado del encuentro nunca estuvo en jaque. Colo Colo acortó distancias en el minuto 62 con un gol del recién ingresado, quien de paso permitió que el equipo volviese al esquema (4-3-3) que lo tiene peleando el torneo local.
Esa fue otra prueba de que la eliminación alba tiene mucho que ver con la apuesta de Quinteros. Cuesta pensar que el encuentro pasó por un tema físico o de talento de los jugadores, porque una vez que se ordenaron las líneas el encuentro tuvo más paridad. Es cierto que América siguió causando problemas en la defensa del elenco de Pedrero, pero al menos con jugadores en sus puestos y ordenados.
Incluso tuvieron la chance de empatar el marcador global en el 83, pero Damian Pizarro volvió a fallar un mano a mano. La gran deuda del joven es convertir, algo vital si se juega de nueve, pero que se le ha resistido en el primer equipo. Chances ha tenido, por eso a estas alturas cuesta encontrar una explicación a la mala racha. Para colmo, seguido de esa jugada la escuadra local liquidó la serie con otro tanto de Mastriani.
Para colmo, cuando se terminaba el encuentro Alan Saldivia convirtió en propia puerta y concretó una de las peores derrotas albas a nivel internacional. América por su parte festejó con fuerza, sabiendo que gran parte de la clasificación se edificó gracias a 45 minutos en donde aprovecharon los errores de su rival.
Solo necesitó de eso y de un gol agónico en Santiago para instalarse en los octavos de final de la Copa Sudamericana. Por eso a los albos les duele la eliminación. En la ida fueron muy superiores pero no supieron liquidar. En la vuelta fueron incapaces de adaptarse a un planteamiento diferente y perdieron toda la ventaja.
Original de La Tercera
@EstudioEstadio