Año a año, ladrillo a ladrillo, Universidad de Chile ha construido la gran maldición que pesa sobre su equipo. Una pared enorme, una valla insalvable que le impide lograr un triunfo en el estadio Monumental. Desde ese 9 de septiembre de 2001, cuando los azules se impusieron 3-2 en el Superclásico, que no han vuelto a saborear el triunfo ante su archirrival.
Más de dos décadas en la que todo se ve muy lejano. En tiempos donde la UF apenas se empinaba sobre los 16 mil pesos (hoy está en casi $ 35.600) y el dólar se transaba en $ 665. Tiempos en los que las micros amarillas sobrepoblaban el paisaje urbano de Santiago, cuando los teléfonos carecían de la inteligencia que exhiben hoy en día.
Pero por qué tantas generaciones de jugadores azules no pudieron romper el maleficio. Exentrenadores y exjugadores en azul y blanco intentan explicar las razones de una de las hegemonías más largas en el duelo más importante del fútbol chileno.
“Es muy difícil buscar la génesis de esa paternidad. Es cuestión de ver lo que pasó, ese poderío de Colo Colo y esa debilidad de la U en el Monumental. Ni siquiera pudimos ganar con Jorge Sampaoli en la banca. Empatamos con un cabezazo de Osmar Molinas en el final y lo celebramos como triunfo. Sampaoli dio como tres vueltas para festejar. Ni siquiera con equipos estelares y con cuadros albos muy malos”, advierte César Vaccia, el único entrenador que logró llevarse el triunfo desde Pedrero, y en tres ocasiones.
Presión externa
Lo cierto es que a medida que pasan los torneos, la paternidad de los albos se hace cada año más eterna. Una situación a la que los propios jugadores no pueden abstraerse. Una semana llena de símbolos e imágenes, en la que los futbolistas azules deben convivir con un problema que, si bien les es ajeno en el fondo, también lo arrastra la institución hace casi 22 años.
“Hay una presión y se tiene que saber canalizar. El medio lo hace sentir así. Hay muchos jugadores que no vienen de tantos años, no conocen por dentro el club y les cuesta asimilar lo que significa. Hay una presión en el ambiente, en los medios, en la gente, en los hinchas. Pero los protagonistas no pueden permitir que esa presión les toque”, asegura Héctor Pinto, quien dirigió a la U entre 2004 y 2005.
Porque desde esa última celebración se han sucedido 26 entrenadores (sin contar a los interinos) y ocho presidentes diferentes, con o sin concesionaria. El resultado siempre fue el mismo.
“Pesa mucho la presión de no lograr el triunfo durante tantos años. No sé si el plantel de hora se pueda hacer protagonista, no sé cuántos clásicos tienen en el cuerpo y eso es algo esencial para enfrentar este tipo de encuentros. Es muy difícil sustraerse a esa condicionante de la mala racha. Es algo que aparece a cada rato en todos los medios y los futbolistas lo sienten”, agrega Víctor Hugo Castañeda, quien lo sufrió en dos etapas: 2002-’03 y 2016.
En la misma línea, Vaccia confirma que “pesan esos 21 años sin ganar. No te olvides los jugadores son seres humanos se mueven por emociones, también por los efectos que provoca la historia. Todos los chicos de la U saben eso, han crecido con esa maldición, entonces es algo que los afecta desde que son cadetes. Todo se cierne sobre ellos y se transforma una presión, si no lo saben manejar, sienten una responsabilidad inmensa”.
Poca identificación
Pero en el fútbol moderno todo pasa muy rápido. Los planteles se arman y desguazan temporada tras temporada, sin la mínima delicadeza de un proceso o la retención de las máximas figuras. Precisamente, esa es una de las dinámicas que también ha vivido el cuadro universitario. Otra de las razones que intentan explicar esa enorme sequía.
“Cada vez es menos la identificación y la pertenencia que tienen los jugadores con el club. Hacen un contrato de uno o dos años con la U y si tienen una mejor oferta se van a ir. Y está bien, es parte del mercado. Cuando nosotros estábamos en el club todos los jugadores tenían contratos de al menos cuatro años. Rodrigo Barrera, Ronald Fuentes, Flavio Maestri… Todos con vínculos largos con el club. En la actualidad tú ves que futbolistas como Darío Osorio o Lucas Assadi se irán si llega una buena oferta. Entonces los jugadores lo perciben, no logran identificarse… Para jugar en la U hay que amarla, tener pasión, eso es lo que lo hace un equipo completamente diferente al resto”, explica el último DT azul ganador en Macul.
Y aunque suene a cliché, los hinchas azules saben que en un equipo grande como el universitario se debe tener algo más que condiciones para jugar al fútbol. Una actitud acorde con el segundo equipo más popular del país, según la última encuesta de la ANFP.
“Universidad de Chile hace años viene de tumbo en tumbo, salvándose del descenso hace varios años. No se ha hecho un proceso, no existe un plan de trabajo, una hoja de ruta. Es un equipo que hace mucho rato perdió la mística. Hay muchos jugadores allegados, pocos han nacido en el club y la mayoría siempre está de paso. Están un año en el club y se marchan. Se juega por la plata y no por la camiseta”, afirma Héctor Hoffens, delantero de la U en 12 temporadas y tres periodos distintos.
Incluso, Víctor Hugo Castañeda va un poco más allá en su análisis y reconoce que “básicamente, la gran cantidad de años que lleva invicto Colo Colo está marcada por la gran cantidad de jugadores clasiqueros, identificados con el club. Los tuvo en todos estos más de 20 años, como Arturo Sanhueza, Rodrigo Meléndez, Esteban Paredes, por nombrar algunos. Eso no ha tenido la U, esa calidad de futbolistas; o, simplemente, los perdió durante toda esta época”.
Falta de liderazgos
Sin embargo, la figura que más extrañan los históricos azules es el caudillo. Ese jugador experimentado que ordena al resto de sus compañeros, que habla con los más jóvenes y que extiende el trabajo del técnico dentro del campo de juego.
“Es importante tener a ‘otro entrenador’, dentro del campo de juego. Tal vez, eso es lo que ha faltado a la U en los últimos años. Cuando yo estaba en el club teníamos a Sergio Vargas, por ejemplo, que ordenaba de atrás hacia adelante, desde ahí se ve mejor el equipo… También estaban Luis Musrri, Ronald Fuentes y algunos otros más”, sostiene Vaccia.
Asimismo, compara es liderazgo con el actual plantel de la U: “Ahora tú miras, Cristóbal Campos recién está apareciendo, los laterales son muy jóvenes, Tapia aún no está identificado con el club, los centrales tampoco. El Chorri Palacios no habla, Israel Tapia tampoco lo hace. Leandro Fernández es muy histriónico, pero llegó recién. No veo ese líder que da una buena instrucción, ese que lleva al equipo a apretar cuando están pasivos, por ejemplo. La U tendrá que encontrar las respuestas, el liderazgo, conversaciones individuales y grupales”.
Más directa, pero en coincidencia con los argumentos, es la opinión de Castañeda, quien asegura que “tienen que aparecer los jugadores de mayor experiencia. Hay una falta de madurez evidente como plantel. Acá es donde los líderes tienen que ser protagonistas, armar, hablar, instruir a los más jóvenes. Alguien que los agarre, que les da un apretón o un reto cuando sea necesario, que impongan cierto respeto y representatividad dentro de la cancha… Sobre todo, esa ha sido la gran carencia de la U en estos 20 y tantos años. No sé si en este equipo habrá alguno, yo estoy lejos de la interna, pero alguien tiene que aparecer. Es fácil ser un líder en el éxito, pero los verdaderos deben asomar cuando las cosas van mal, tal como le ha ocurrido en la U en los últimos años”.
Héctor Pinto, complementa que “aquellos más maduros son los que tiene influir en los más jóvenes para que haya un comportamiento bueno. A veces los jóvenes se vuelven locos y hacen cosas más allá del futbol. Tal vez los dos centrales tienen que hacer ese papel, también los que juegan más arriba”.
Pánico escénico
Al margen de todos los argumentos expuestos, también existe una inmediatez ambiental para intentar aclarar esa larga racha de triunfos y empates cocolinos ante el equipo azul.
“Al frente tienen a un equipo grande como los es Colo Colo, con su público y en su estadio. Es un ambiente muy caliente que te hace temblar un poco, de repente. Es una atmósfera muy especial y algunos jugadores lo sienten más que otros. No es fácil jugar en el Monumental, tienes a toda la hinchada del equipo encima… Pero siempre hay una primera vez”, asegura el “Negro” Pinto.
En la vereda contraria, el exzaguero Juan Carlos Peralta, ganador de la Copa Libertadores de 1991 con los albos sostiene que “esto lo han dicho varios jugadores de la U y tampoco es un misterio: a algunos futbolistas les tiritan las piernas cuando salen al Monumental. Es un tema psicológico, no ganar durante tantos años no hace más que confirmar una paternidad concreta, de la cual no se pueden abstraer”.
Mientras que Castañeda complementa que “los jugadores actuales de la U también saben que es complicado dar vuelta esta mala racha. Dicen, no pasó con uno de los mejores equipos de la U en la historia y eso defrauda a cualquiera. Entonces, hay que hablar con los jugadores que entren a meter desde los primeros minutos. Aunque, seguramente, después Colo Colo comenzará a victimizarse para quedar con los 11 jugadores en la cancha, no así la U”.
Al otro lado, Leonel Herrera, ex defensor de los albos, advierte que “los jugadores de la U sienten un miedo enorme cuando entran a un estadio con 30, 40 o 50 mil personas. No es lo mismo que en estadios más chicos. Se notan las diferencias, es cierto que en la U hay muchos jugadores jóvenes que darán mucho que hablar, pero la presión los mata igual”.
Trabajo psicológico
Una vez establecido el problema, el club universitario deberá trabajar a fondo para salir de ese obstáculo que, año a año, parece estorbar en el fixture de un equipo que hace 7.854 días no logran salirse con la suya del estadio Monumental.
“Tienen que trabajar los psicólogos y el técnico. De alguna manera hay que lograr fortalecer la mente. Es complicado, pero los jugadores deben estar concentrados, como un verdadero equipo, sin esa ansiedad, sin la obligatoriedad ni la necesidad del triunfo. Hacerles ver que esta generación de jugadores no tiene por qué cargar con esa mochila”, considera Héctor Pinto.
A su vez, César Vaccia expresa que “tiene que haber un profundo trabajo psicológico, mediante el trabajo de profesionales. Hay que hacer uso de la historia el revés. Incentivar en el hecho de cambiar la historia, lo que puede significar que este grupo rompa el maleficio. Convencerlos de que ellos pueden quedar en los anales del fútbol. Trabajar el tema mental. Pensar en el presente, en el aquí y en el ahora. No hacia atrás, lo perdido ya fue”.
Original de La Tercera
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