El 2009 recibí una llamada de Fernando Felicevich. Le preocupaba un comentario que había dicho en radio ADN a propósito de la querella que le había interpuesto Pablo Tallarico por unos dineros relacionados con el pase de Alexis Sánchez. Yo tenía el dato que Tallarico iba a ganar en los tribunales, esto según el análisis de unos expertos. Fefe, con el que no tenía problemas ni relación, me preguntó de dónde había sacado la información. Le dije, me agradeció y cortó. Tallarico ganó el juicio. Felicevich, poco tiempo después, negaría tal llamada.
Ahí lo medí.
A comienzos de 2011, Claudio Borghi, a quien representaba, asumió en la selección chilena. Dijo entonces, públicamente, que mientras estuviera Borghi en la banca de la Selección no reclutaría ningún jugador después de ser citado, para evitar suspicacias o conflictos de interés. A los dos meses metía en su corral a Eugenio Mena levantándoselo a Alex Varas.
Me quedó claro el valor de sus promesas.
El 2012, también en radio ADN, está el registro, dije que el fútbol chileno era manejado por dos personas: “Jorge Claro Mimica y Fernando Felicevich”. Claro era el hombre que pilotaba la liga a través del CDF y Fefe la Selección manejando a la mayoría de sus jugadores más importantes.
Claro vendió y salió de escena, pero Felicevich fue creciendo en poder hasta exceder con mucho el rango de un representante de peso. Lo advertí en todos los medios por más de una década y me significó el veto del intermediario argentino. Cuento apenas un ejemplo: cuando era director de El Gráfico (2009-2014), sus representados tenían prohibido ir a la ceremonia de entrega del Balón de Oro que hacía la revista.
Ha sido una pelea larga y con pocos aliados.
Felicevich, a través de la empresa Twenty Two primero y Vibra después, terminó por hegemonizar el mercado de jugadores hasta casi transformarlo en un monopolio. Sobre todo al interior de las selecciones. Digamos las cosas como son, jugador citado que no pertenece a su corral, de inmediato es presionado dentro del camarín por algún “dorado “, Gary Medel o Arturo Vidal para sumarse, como ocurrió con Marcelino Núñez. Si el entrenador funge más como amigo y tío buena onda, como Lasarte, en las nóminas entran y salen nombres de forma insólita. La que confeccionó Pato Ormazábal para ir a Japón resultó inocultable, como tampoco se puede mirar para el lado con lo de Brayan Cortés y Diego Valencia, quienes debieron firmar primero antes de sentirse seguros en Juan Pinto Durán.
Felicevich no juega solo. Tiene muchos amigos en los medios, la mayoría, ex jugadores que comentan o fingen con hacerlo. Pero también hay periodistas que le hacen la corte. Acá un dato que puedo demostrar en tribunales si es necesario: hace tres meses un colega andaba pidiendo a Directv Sports una copia de la editorial que hice en el programa Más que Fútbol sobre la relación de Fefe con la todavía oscura venta de Universidad de Chile. Cuando lo encaré se defendió diciendo que un “sobrino que estudiaba periodismo necesitaba el archivo”.
Curioso, fue el mismo colega que escribía notas en contra de Claudio Bravo cuando estaba peleado con el lote de Vibra en el camarín de la Selección: Arturo Vidal, Gary Medel, Charles Aránguiz…
¿Y por qué Felicevich querría tales archivos? Pues bien, como le dijo a Rodrigo Hernández, mi ex jefe en radio ADN, estaba buscando argumentos y un abogado para “destruir a Guarello en tribunales”. Días después el integrante del directorio de Azul Azul Daniel Schapira confirmó la influencia del dueño de Vibra en Universidad de Chile y la querella quedó sin sustento. Menos después de las denuncias de Rodrigo Goldberg hace dos semanas o la incorporación de Martín Parra en contra de los deseos de Diego López.
Pero las ganas no se le han ido.
La revelación de Ciper no me extraña, es más de lo mismo ¿Por qué conformarse con manejar los planteles casi completos de Universidad de Chile, Colo Colo, Universidad Católica, La Serena o Huachipato? ¿Por qué conformarse con tener el camarín de la Selección de una oreja? ¿Por qué no manejarlo todo? Ya recibió la primera cuota por la intermediación en el auspicio de Betano en Universidad de Chile por 32.627.197 pesos, factura 2.143, emitida el 14 de marzo del 2022 por Vibra Marketing Spa. Esto como ejemplo.
Ya no se puede negar que el emperador está desnudo. No es posible. Y si el fútbol chileno está contra las cuerdas es por el descontrol monopólico de actores como Fernando Felicevich, sentado en ambos lados del mesón. Y si quiere ir a tribunales para sacar todos los antecedentes a la luz, incluido el contrato que firmó la madre de Alexis Sánchez hace quince años, vamos a tribunales. Alea jacta est.
Por Juan Cristóbal Guarello para La Tercera
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