Este lunes, cerca de las 16.30 horas, el celular de Javier Castrilli no dejaba de recibir notificaciones. A esa misma hora, en la sede de Quilín, el directorio de la ANFP terminaba de escuchar las conclusiones de Miguel Ángel Valdés, el oficial de cumplimiento, quien aseguraba que los audios de Francisco Gilabert fueron parte de una maquinación para dañar al arbitraje y a la figura del ex juez FIFA.
Fueron casi 14 días en los que Castrilli alegó inocencia por las redes sociales. Casi dos semanas en las que el argentino, incluso, utilizó sus redes sociales para solicitar que se pesquisaran las llamadas telefónicas para que se comprobase su inocencia. El informe de la sede de Quilín le terminó entregando la razón: “De acuerdo con los antecedentes analizados en el curso de esta investigación, se pudo determinar fehacientemente, en más de 200 páginas del informe de investigación internas, a través de entrevistas, recopilación de datos, informes (externos e internos) y diversas pruebas documentales, que no existe ni ha existido intervención o presión indebida, abuso de autoridad ni injerencia alguna de parte de terceros, respecto a la decisión adoptada por el árbitro, el Sr. Gilabert”, decía el escrito, que también leyó Castrilli.
Lo cierto es que el ex juez FIFA lleva semanas preparando su contrataque. Durante la semana pasada, se reunió y entrevistó a diferentes abogados para concretar el plan que hoy, con la investigación a su favor, ya está en marcha. Contrató a un abogado laboralista y uno penalista para ver las acciones que puede tomar frente a quienes resulten responsables. Ha guardado silencio para no interrumpir el proceso. Solo ha colgado mensajes a través de sus redes sociales. “…Pero entonces, la Mentira salió del agua y se vistió con la ropa de la Verdad mientras que la Verdad se negó a vestirse con la ropa de la Mentira… La gente no decía nada al ver a la Mentira vestida con la ropa de la verdad, pero se horrorizaba al paso de la Verdad desnuda”, escribió el ex árbitro argentino tras conocerse el resultado de la investigación.
Castrilli, según pudo averiguar El Deportivo, no está dispuesto a llegar a consensos. Quiere que todos los culpables de enlodar su imagen paguen. Desde la ANFP, por despido injustificado, hasta los árbitros que participaron en el complot. Sus abogados, al día de hoy, están recopilando todas las notas que han aparecido en los medios, para individualizar a quienes correspondan. Árbitros, periodistas e incluso opinólogos. Nadie se salvará, dicen cercanos al juez.
El daño que recibió su imagen es otro tema que le preocupa. Asume que le será difícil conseguir trabajo en el corto plazo frente al golpe que recibió durante las últimas semanas. La noticia fue replicada incluso hasta en Argentina. También apuntará al medio de comunicación que comenzó a difundir la información, que finalmente terminó siendo un plan para verlo caer.
Su regreso a Quilín
En la ANFP han evitado referirse públicamente a un eventual regreso de Javier Castrilli. Quieren que amaine un poco la crisis que hoy golpea al arbitraje, que ha provocado todo un terremoto en las oficinas de Quilín. No descartan que se le ofrezca, pese a que su nombre de igual forma genera dudas respecto a la posición en la que retornaría.
Es que a Javier Castrilli le restaban casi ocho meses de contrato. El argentino firmó su vínculo hasta diciembre 2022 considerando que ese mismo periodo termina la presidencia de Pablo Milad. Según pudo averiguar este medio, Castrilli no descarta regresar a Quilín, pero con condiciones. Buscará que su contrato se extienda por cuatro años, que se desvinculen a los 14 jueces que dio de baja por rendimiento. Además, el argentino sumaría a esa lista de despidos a Francisco Gilabert y Cristian Droguett, dos árbitros que no estaban en el listado pero que sí participaron directamente en el complot en su contra. Quiere que los presidentes lo ratifiquen para que sienta respaldo de poder trabajar en absoluta tranquilidad.
Castrilli prepara el contrataque. Al menos, la estrategia ya está definida. Solo faltan detalles y una serie de definiciones que terminarán marcando la guerra que el despedido juez está dispuesto a dar.
Fuente: La Tercera
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