Heller se conectó de forma telemática con la mesa y dejó clara cuál es la postura de la propiedad. Y exigió unidad. Que se dejen de bandos y que Cristián Aubert, el timonel actual, y José Luis Navarrete, el anterior, remen a una. Y que se acabe el debate subterráneo sobre la continuidad o no de Dudamel.
La crítica situación de la U, actualmente en posición de final para evitar el descenso por culpa de su puntuación en la tabla ponderada, es caótica. Buena parte del plantel, veteranos en su mayoría, han reclamado abiertamente contra el entrenador, recibiendo la complicidad de algunos directores en sus reclamos. Aubert, en cambio, es inflexible en su apoyo al técnico recién contratado.
Un ambiente turbio que ha trascendido a los medios y con el que Heller ha pretendido cortar de raíz. Aunque para ello haya tenido que regresar a un directorio del que se apartó hace dos años completamente desgastado y cansado de los ataques de los barrabravas. Pero su vuelta de hoy fue solo por un rato.
Con todo, su reaparición sí ha sido una señal inequívoca de mando tras su intención de hace unos meses de desprenderse de sus acciones. Aunque finalmente se desmarcó del acuerdo alcanzado para vender ante la negativa a identificarse del comprador. “No vendo si no conozco quién llega”, dijo. Y vencido el plazo, cumplió y no vendió.